Hablemos de escribir
didáctica de la expresión oral y escrita

de Antonio García del Toro, escrito en colaboración con la profesora puertorriqueña Hilda H. Quintana

Al enseñar debemos saber qué queremos que aprendan nuestros estudiantes. El aprendizaje está intrínsecamente relacionado con el lenguaje; tanto el oral como el escrito, siempre lo hemos sabido.  Cuando los estudiantes se expresan oralmente podemos estimular sus pensa mientos y ayudarlos a reconocer sus limitaciones. Al comunicar sus ideas, también pueden motivarse para escribir.  Es precisamente motivación lo que le falta a los estudiantes.

Al enseñar, se tiene que tener presente que el lenguaje escrito es un medio para descubrir y aclarar el significado, para entender y comunicar al ser humano con otros y para uno hacerse entender. Utilizar la redacción como instrumento para el aprendizaje no es enseñar a escribir. Aunque no se ofrezcan cursos de lengua, hay que contribuir para que los estudiantes escriban mejor. La redacción es un proceso en el que las destrezas del pensamiento —la organización, la evaluación y la síntesis del conocimiento— juegan un papel muy importante. Mejorar las destrezas de expresión escrita es responsabilidad de todos.

Generalmente, las actividades que promueven el aprendizaje por medio de la redacción no son productos finales, ni trabajos pulidos.  El énfasis es en comunicar ideas: el fondo es más importante que la forma.  Los errores de ortografía, las letras mayúsculas, la puntuación y la gramática no deben ser motivo de penalización. Hay que recordar que durante el proceso de la redacción, hay tiempo  para esos detalles; que aunque son importantes, no deben frustrar al estudiante.

La calidad de las ideas expresadas y la claridad con que se expresan es lo más importante.  Los maestros deben promover una atmósfera de confianza en los salones de clases y además debemos evitar pasar juicio o comentarios evaluativos negativos cuando los estudiantes se expresen tanto oralmente como por escrito.

Lo que se pretende es que además de incorporar la enseñanza de la redacción en el currículo académico, se desarrolle un programa efectivo para enseñar a escribir y a hablar a los estudiantes en los cursos de lengua.  Un esfuerzo conjunto es de vital importancia para mejorar las destrezas de comunicación de nuestro estudiantado.

Sin lugar a dudas la base teórica, los principios y las estrategias para que la redacción se convierta en una herramienta para el aprendizaje en los cursos implica un cambio en el rol que tradicionalmente ha desempeñado el maestro.  Éstos deben permitir que sus estudiantes expresen libremente su manera de pensar. Los maestros se deben convertir en  facilitadores del aprendizaje, no en jueces. También tienen que promover el tomar riesgos. La redacción es una destreza muy poderosa que  ofrece un mundo de posibilidades, pero que sólo se descubren cuando se toman riesgos al escribir.

Con Hablemos de escribir, no se pretende dictar pautas; ya que no todas las recetas son triunfadoras. Se sabe, que no hay un solo camino para lograr mejorar las destrezas de comunicación de los estudiantes. El éxito radica en experimentar, tomar riesgos e ir seleccionando las estrategias que mejor resultado den de acuerdo con la materia que enseñamos, los objetivos del curso, el grupo de estudiantes y nuestra disposición para el cambio. En Habemos de escribir el camino está trazado. 

 Con la publicación de Hablemos de escribir: Cuaderno de trabajo el maestro tendrá a su disposición una nueva herramienta. Ésta ofrece una serie de actividades de redacción y composición que motivarán a los estudiantes a la hora de escribir y a los maestros a desarrollar otras semejantes o distintas.





ANTONIO GARCÍA DEL TORO