La producción se estrenó el 26 de abril
1995, con la actuación de más de quince talentosos
jóvenes; además con una impresionante escenografía del
conocido artista Julio Biaggi; un vistoso vestuario
elaborado por Gloria Sáez, destacada diseñadora, y una
iluminación diseñada por Antonio Frontera, veterano hombre
del teatro profesional. La fue dirigida por el profesor
Antonio García del Toro.
Cervantes y sus entremeses
Miguel de Cervantes y Saavedra
cultivó todos los géneros poéticos conocidos en su tiempo.
De su teatro conocemos poco, ya que muchas de sus obras
están perdidas. Sus entremeses ofrecen un interés mayor que
sus comedias. En ellos, cuestiona no sólo la realidad a
través de la ficción, sino la ficción misma. Sus entremeses
consolidan los elementos del paso de Lope de Rueda, y añaden
la crítica de las costumbres, ya sea hecha jocosamente, como
en El juez de los divorcios,
o con burla seriedad como en El retablo de las maravillas,
metáfora melancólica de la sociedad de su época. En cada uno
traza con asombrosa seguridad y breves palabras un personaje
o plantea una situación de la vida real.
No son muchos los que nos ha dejado: ocho seguros y uno probable, pero bastan para que en este ramo literario, como en otros, se le conozca como el mejor autor de su tiempo. El origen de El viejo celoso es un cuento popular muy antiguo que —con algunas variantes— se encuentra en las literaturas orientales, en las farsas francesas medievales, y en los cuentos italianos del siglo XVI. Cervantes lo habrá tomado de la tradición oral española. Pero es completamente suyo el primor con que supo dibujar el carácter de Cañizales, como el temor bien justificado que le inspiran las vecinas. Nada más cómico que la manera inaudita de expresar el miedo que la presencia de la vecina Hortigosa le inspira: dádivas, sequedades y hasta groserías, todo le parece poco para alejarla, y luego tiembla y suda cada vez que alguien pronuncia la palabra "vecina", para él la más odiosa del idioma.
En El retablo de las maravillas se mezcla la burla y la sátira que algunos cuentistas orientales ya habían usado para castigar la vanidad y soberbia cortesana. Todos los caracteres están dibujados con tal verdad que se parecen a gente conocida, que piensan y hablan de ese modo. El gobernador, con sus humillos de poeta; el alcalde con su imperio irracional; el regidor, tan bobo como presumido; las mujeres, crédulas y fingidas a la vez, y los magistrales tipos de Chanfalla y la Chirinos.
Los
habladores aparece con el nombre de Cervantes
como autor sólo en ediciones posteriores a 1617. Aunque
algunos han dudado de su autoría, otros consideran que las
condiciones y cualidades de la pieza son comunes a sus
entremeses. Se destaca en esta pieza la graciosísima forma
en que intenta curar a una mujer del vicio de charlatanería,
enfrentándola con un sempiterno hablador.
El juez de los divorcios, trabajo de la vejez del autor, es una pieza de un perfecto realismo. En ella plantea jocosamente ante un juez diversos casos de incompatibilidad matrimonial. Al cabo, queda esbozada la solución pacífica, puesto que el juez, prudentemente, da largas a los solicitantes, y los músicos que cierran la pieza cantan un optimista estribillo: "Más vale el peor concierto / que no el divorcio mejor."
Vestuario diseñado por Gloria Sáez para El soldado y para
Doña Giomar, personajes de El juez de los divorcios.